La figura de José Gervasio Artigas ha sufrido, a través de décadas y siglos, diversos avatares. Se lo ha considerado un simple contrabandista o se lo ha endiosado como una figura casi irreal, ajena a las tachas. Vidart sabe hablar de estos dos Artigas.
–Hay un Artigas mítico, pero a usted ¿le interesa el Artigas de entre casa?
-Claro que me interesa. Es la faceta que más me atrae: la de simple mortal, la del paisano, la del ciudadano en alpargatas. Cuando lo veo congelado en monumentos me acuerdo de «los guarangos de bronce». Así llamaba Borges a las estatuas de los personajes grandes, o mentidamente grandes. Era solamente un hombre, claro, pero un hombre realmente muy rico, con grandes defectos, como todos los hombres, y con inmensas virtudes, como muy pocos.”
-¿Qué significaron los indios y los negros en la vida de Artigas?
-Los negros tuvieron más importancia que los indios charrúas en la vida de Artigas, algo que puede sonar una herejía en un mundo de fundamentalismo charruísta, que es una manera de anclar frente a la globalización.
En tiempos de Artigas eran más abundantes los guaraníes misioneros que los charrúas. También había más negros, muchos esclavos y pocos libertos. Los negros eran los que efectivamente trabajaban. Claro que no fueron tan abundantes como en el Brasil, la zona caribeña o el sur de los Estados Unidos, donde había plantaciones de azúcar y algodón. Cuando el jesuita Cayetano Cattáneo pasó por Buenos Aires, allá por 1730, dijo que de no ser por los esclavos no sería posible vivir allí, porque ningún español, por pobre que fuera, quería trabajar. En Argentina se acabaron los negros. En Uruguay persistieron. Lástima que sólo existen en carnaval. No pudieron o no supieron salir de los viejos cauces, al contrario de los negros del sur de los Estados Unidos, creadores de los blues y otras maravillas. El resto del año el negro criollo vuelve a su lamentable condición de segregado, discriminado y sumergido. No somos tan democráticos como se cacarea. La línea de prejuicio racial y rechazo social persiste, con mayor o menor disimulo, en el mundo de los «blancos».
-¿Por qué en Argentina se acabaron los negros?
-Bueno, es que los próceres de la otra orilla fueron muy diligentes. Los pusieron siempre en la vanguardia de los ejércitos y los pobrecitos cayeron como hormigas. El negro fue hombre bueno al convertirse en negro muerto. Lo mismo sucedió con el indio nomádico de a caballo, acusado de asesino y cruel. En nuestro país no pasó lo mismo. Pelearon miles de negros en los ejércitos, pero entreverados.
En la Banda Oriental, dentro de una población muy escasa , que hacia 1825 se calculaba en 74.000 personas, eran la tercera parte. El otro tercio era guaraní, y no charrúa. Cuando la Real Pragmática de Carlos III, de 1767, acaba con las Misiones, l5.000 indígenas se van hacia la Mesopotamia Argentina. En Corrientes todavía se habla en guaraní. Otros 15.000 vienen a la Banda Oriental, que era mucho más grande que ahora: iba más allá del río Ibicuy.
El guaraní, contrariamente al charrúa, es un indio cristianizado y tecnificado. Los agricultores y peones de estancia guaraníes, que conocían el manejo de las sementeras y del ganado, cambiaron la fisonomía productiva de nuestra campaña.
-Algunas versiones históricas indican que Artigas admiraba a los indios, pero agregan que si bien respetaba a los negros, porque era un hombre de bien, no los apreciaba como a los charrúas. Incluso tuvo esclavos
.-Esto es absolutamente cierto. Una de sus hijas, que vivía en Santo Domingo de Soriano, le envió un pañuelo bordado y él, a cambio, le envió un esclavo con una carta que decía: «Para que te cebe mate». De alguna manera, como católico que era, Artigas aceptaba la esclavitud, pero es posible que pensara en la emancipación del negro. En el Reglamento Provisorio de 1815, cuando habla de que los más infelices serán los más privilegiados, nombra en primer lugar a los negros libres, a los libertos, aunque no a los esclavos.
-¿Qué ocurría con los charrúas?
-Eran sus camaradas de contrabando cuando era muchacho. Conocía bien sus tolderías. De noche, Artigas dormiría en los campamentos charrúas, y sus mujeres eran muy bonitas: altas, bien plantadas. La raza patagónica o pampa tenía hombres de hasta 1 metro 85.Cambia su rol cuando se hace blandengue y sirve a la Corona. Persigue a los bandoleros y a los indios infieles, que no son otros que los charrúas. En partes de guerra y en la exposición de sus méritos relata que mató algunos indios bravos. Los estancieros lo aplauden y deciden retribuir su labor con un dinero que cobra mal y tarde.Durante el coloniaje y un poco después las negras oficiaban de amas de leche. Las mamás cuidaban la armonía y tamaño de sus tetas. Pero las negras no solamente les daban de mamar leche; les daban de mamar tradiciones.Artigas, de niño, se crió entre negros. Bebió del seno de una negra y sus amiguitos eran los negros Francisco, Antonio, Gonzalo y el muy avispado Joaquín. Un «tío» negro lo llevaba al colegio de San Bernardino, de los padres franciscanos, y lo traía de vuelta a la casa.
-¿Qué papel tuvieron los negros en su trayectoria política?
-Cuando Artigas rompe con Vicente Muesas, en febrero del 1811, quien lo acompaña en su marcha hacia el litoral del río Uruguay para cruzar luego a la Argentina es un negro, el «tío» Peña. A lo largo del camino se va formando el que fuera el primer ejército de la independencia, compuesto exclusivamente por negros. Ni que decir que en el Éxodo del pueblo oriental marchaba una considerable legión de negros. Se registraron en el recuento 1000 negros libres y 475 esclavos. Hay una especie de símbolo. Empieza su campaña libertadora con un ejército de negros y termina rodeado por ellos. Es sumamente interesante.
En los irregulares ejércitos de Artigas entraban y salían los indios charrúas, en los que éste depositaba mucha confianza, pese a su carácter errático aunque de indeclinable lealtad. Pero cuando ya derrotado por Ramírez entra en el Paraguay lo acompañan doscientos negros, poquísimos oficiales «blancos» y ni un solo indio. Yo no dudo que fueran amigos de Artigas, pero tenían sus propios intereses. La causa del indio no era la independencia: era volver a sus cotos de caza.
En Asunción es recluido en el Convento de la Merced. Sus dos asistentes negros, que eran Ansina y Montevideo, quedan presos en la aduana Los negros de su diezmado ejército son internados en Laurelty, que significa «monte de laureles», y otros van a lo que luego se llamó Cambá- Cuá, es decir, «cueva» o «guarida de negros».
El dictador Francia hace montar a caballo a Artigas, Ansina y Montevideo, les presta un asistente paraguayo y los destierra a la villa de San Isidro Labrador de Curuguaty. En las comunidades de supervivientes negros de aquella triste retirada se cuentan 90 personas en Laurelty y 120 en Cambá-Cuá. En estos islotes culturales, relictos de la colonia, se celebra aún la fiesta de San Baltasar y se conservan costumbres africanas ya olvidadas en nuestro país.”
(Fragmento de una entrevista al antropólogo Daniel Vidart)
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