En esta pandemia uno de los roles que más se revalorizo fue el de los enfermeros, es por eso que con el equipo de Dale Concepción hablamos con Elsa Bolli que es enfermera jubilada hace seis años, trabajó para espacios 32 años en el hospital Justo José de Urquiza como enfermera donde se jubila como jefe de departamento de enfermería y a la vez trabajaba en la facultad de la UNER como docente de enfermería en la carrera licenciatura de enfermería.
¿Qué te llevo a ser enfermera?
Yo era instrumentadora quirúrgica, trabajaba en la Clínica Uruguay, allí yo veía como trabajaban las enfermeras y por otro lado con charlas de otros profesionales como médicos me comentaban lo que era el Doctor Fonseca, el Doctor Bárbara de como venía evolucionando la medicina y era muy necesario que formaran enfermeras, que se iban a necesitar cada vez más profesionales, formadas en instituciones educativas, eso fue en el año 1960 aproximadamente. Fueron ellos los que me hicieron ver que la enfermería podía ser una carrera de futuro y que me despertó el interés por conocer, aprender, ver cómo era eso de ayudar y atender a las personas que lo necesitaban desde la formación de enfermería, en brindar un cuidado profesional a aquellos que necesitaban de un enfermero.
¿Qué es lo que más te gusto de ser enfermera?
Lo que más me ha gustado ha sido trabajar con niños, en mi experiencia en “Casa Cuna” de La Plata ha sido una experiencia imborrable donde he trabajado como enfermera, pero prácticamente en guarda de niños, en donde no solo cuidábamos de esos niños, si bien eran chicos que estaban pasando por momentos muy difíciles, el poder estar ahí, sentir que podía hacer algo por ellos, porque esa infancia no sea tan triste de estar solos en una casa cuna, guardo recuerdos inolvidables de esa etapa de mi vida profesional.
¿Qué fue lo que más te gusto de tu trabajo?
He hecho gestiones en enfermería y eso también me ha gustado mucho, es por eso que me jubilo como jefe de departamento, lo que me ha quedado grabado y me ha llenado de satisfacción es mi paso como enfermera en “Casa Cuna” de La Plata, ahí he podido desarrollar mis capacidades profesionales, en un ambiente totalmente distinto al del hospital o al de la docencia. Haberme encontrado en esa institución donde se respetaba la niñez, se la cuidaba, se buscaba un horizonte para que esos niños puedan tener una vida plena o me sentía muy participe de poder colaborar en que esa infancia pueda no ser tan cruel que los niños puedan tener momentos de felicidad, de paz, de poder acompañarlos en su crecimiento.
Tengo una anécdota muy buena que en “Casa Cuna” todas las enfermeras teníamos un hijo, si bien cuidábamos a todos, siempre había uno que era tu protegido, a los dos días de haber ingresado a trabajar en Casa Cuna ingresa un niño pequeño recién nacido que le pusimos el nombre de Marcos porque también llegaban como nn tuve una relación fantástica con Marcos, lo pude cuidar, era prácticamente su tutora, me permitían llevarlo a mi casa, compartíamos espacios con mi esposo, con mis hijos y llego un momento que por suerte Marcos encontró un hogar y yo creo que se fue siendo un niño casi feliz.
¿Cómo es la relación entre enfermero-paciente?
Es una relación compleja, entender las circunstancias, las emociones y necesidades de los sujetos de atención es crucial, para iniciar una relación terapéutica, de ayuda es única que se da entre una familia o persona que tiene necesidades específicas que la enfermera a través de sus conocimientos, de su cercanía, de su visión, puede contribuir a resolver esas necesidades, a dar respuesta a esas necesidades humanas. Uno de los factores fundamentales en esa relación es la “empatía y la comunicación” es entender lo que necesita el otro. Es una relación única y bella.
¿Qué es lo más gratificante de ser enfermera?
Es haber transitado lo que se llama “Docencia-asistencia”, el haber sido enfermera profesional me permitió concursar en la Facultad de Ciencias de la Salud, tener una cátedra como docente en la carrera de Licenciatura en Enfermería, esa cátedra me permitió enseñar enfermería, no enseñar de la manera profesional, sino que guiar un aprendizaje para el futuro profesional, poderle transmitir a los estudiantes las experiencias y los conocimientos que uno va teniendo a lo largo de la vida profesional. Esa integración “Docencia-asistencia” para mí fue sumamente positiva, me permitió crecer profesionalmente, sentir que podía enseñar aquello que amaba tanto.